Dijiste que era tanta la ternura que mis ojos te provocaban, que procurarías jamás estar lejos. Me acercaste a ti y con tu boca pronunciaste: “Que me parta un rayo si permito que alguien nos separe”.
Me guardaste entonces con sumo cuidado dentro del bolsillo de tu pantalón. Y dijiste que apartir de entonces iríamos juntos a todas partes.
¡Te mirabas tan contento!
Yo se que tu no sabias, que no te diste cuenta, que no es tu culpa...
Que el bolsillo tuviera un agujero.
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