martes, 15 de noviembre de 2011

Esa parte de mi que me hace ser... quien soy.

De pronto un día así como si nada llegas a ese punto en el que parece que todo lo que sabes o lo que has hecho no sirve para absolutamente nada, te quedas por unos minutos (eternos) mirando lo que te rodea, y es ahí, justo ahí, en ese momento de contemplación de tu pequeño universo que entiendes lo pequeño que eres, que con o sin ti el mundo seguiría dando vueltas, la gente seguiría haciendo sus cosas cada día y la vida no se detendría ni por un segundo...

Eres mas diminuto de lo que jamás llegaste a pensar y no, nadie esta alineando los planetas, dibujando tu línea de la vida o trazando tu destino, eres tu y nadie mas que tu el único que ha tomado decisiones en tu vida, el que ha salido de un camino para tomar otro, el que en lugar de seguir avanzando retrocedió dando tumbos, el que no supo llegar en la hora precisa al lugar correcto.

Pero…eso no puede ser culpa tuya, nadie te dijo como era la vida, como son las cosas, eres tan solo una persona común y corriente.

Y mientras miro de reojo las personas caminando por el parque, escucho el crujir de las galletas que arrojé entre los dientes de un perro... que al sentir mi mirada se queda quietecito, el no necesita que le digan lo que debe hacer o como es la vida, pero sabe muy bien que cuando me le quedo mirando lo estoy requiriendo, necesito su atención o sus gracias, se me acerca caminando como de costado sin dejar de mirarme, llegando a mis pies se deja caer sobre su cadera huesuda y se entrega, se humilla, se da, es su manera de decirme que sabe que soy mas grande y fuerte que el.

 Pareciera que en la vida todo es igual, hay que darse, humillarse, venderse, todo es cuestión de “relaciones publicas” del toma y da, del te doy pero espero me pagues mas adelante cuando me haga falta, del pisame pero al rato te alcanzo y hasta te piso la cola si te descuidas.

Y a mi con lo que me frustra tener que venderme, tener que convencer, hacer como que soy justamente lo que se requiere, que soy indispensable, que sin mi las cosas no funcionan, no avanzan, que sin mis “cualidades” todo se vendría al caño y el caos seria el único final lógico, yo que no se sonreírle a los jefes para caerles bien, humillarme en el sentido mas básico de la acción. Por eso no pasa uno de “perro” por que no sabes entrarle al jefe por los ojos y ganarte su apadrinamiento...

Y entonces lo que sabes no sirve de nada, eres cáscara... eso es todo lo que los demás ven de ti cuando te has vendido, el puro cascaron, no tienes ningún atributo realmente valioso...

A veces quisiera no tener esta ultima pizca interna, esta que nadie puede tocar, que nadie puede arrebatarte, la que te hace realmente quien eres, esa pizca que te dice a la cara lo que has hecho mal, la que te obliga a sentir culpa o gratitud, esa pizca que muchos dejamos de lado en el camino por escalar peldaños, pero…para mi desgracia esta pizca esta bien cocida a mi y con nada podría deshacerme de ella, esta pizca imperceptible para todos, menos para ti que se llama integridad.

 Por eso no puedo humillarme, dejar caer mis caderas al suelo y darme, por que se quien soy y lo que quiero pero sin dejar de ser yo, este yo tan yo, que solo puedo ver yo. Aunque ello signifique jamás obtener aquel puesto que todos envidian o ese lugar privilegiado que no alimenta lo que realmente eres...

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